De las mejores experiencias que he tenido a lo largo de los años mostrándole al público el universo a través de telescopios, ha sido la reacción que las personas tienen en el momento en que observan por primera vez al planeta Saturno. Algunas veces es posible observar a una de sus más de 100 lunas, distinguir incluso la coloración de esa gran bola de gas, y, sin embargo, sin duda alguna, la majestuosidad de sus anillos es la que nos cautiva y atrapa.
Esos anillos fueron vistos por primera vez por Galileo Galilei, pero su telescopio no tenía la potencia como para distinguir qué era en verdad lo que estaba viendo y lo describió en sus escritos como un par de “apéndices” a cada uno de los lados del planeta. Hubo que esperar 45 años para que Christiaan Huygens identificara esa estructura como un solo anillo plano y delgado que rodeaba, pero nunca tocaba, al planeta. Fue hasta que llegó Giovanni Cassini que, con un telescopio mucho más potente en su capacidad de amplificación que el de Galileo, no solo pudo identificar cuatro lunas del planeta, dos de ellas, Rea y Tetis, de las más grandes, sino que además identificó una brecha, hoy conocida como la división Cassini, en el anillo de Saturno. Este último descubrimiento fue trascendental debido a que mostró que los anillos no eran una estructura única y sólida, sino que estaba hecho de múltiples partes con espacios entre ellas. Esto, a su vez, sentó las bases de la que hoy conocemos como ciencia planetaria empujando a los astrónomos a pensar en los anillos como sistemas dinámicos.

Este personaje tan importante para la historia de la astronomía, Giovanni Cassini, nació hace 400 años en Italia. Como era usual en la época, Cassini fue formado en escuelas religiosas, particularmente jesuitas, tanto en ciencias como en matemáticas y filosofía. Sus estudios e interés en astronomía lo llevaron a enseñar esta materia y matemáticas desde muy joven en la universidad de Boloña, una de las más antiguas y respetadas en Europa en su época. Entre los trabajos que realizó en esa época estuvieron la determinación precisa de los periodos de rotación de Marte y Júpiter. Para Marte, Cassini determinó un periodo de 24 horas con 40 minutos, tan solo 3 minutos diferente al que conocemos el día de hoy. Para Júpiter determinó un periodo de 9 h y 56 minutos, impresionantemente con solo un minuto de diferencia respecto a la medición precisa que se tiene hoy en día.
La determinación de estas dos cantidades acrecentó la fama de Cassini como astrónomo con grandes habilidades observacionales, lo que le valió una invitación del rey Luis XIV para mudarse a Francia y echar a andar el Observatorio de París, una de las primeras instituciones dedicadas enteramente a la astronomía. Cassini fue nombrado el primer director de este observatorio y continuó siéndolo hasta que falleció a los casi 90 años. Durante su gestión como director no sólo se establecieron métodos científicos y se estandarizaron metodologías de medición precisas, sino que se promovió fuertemente la cooperación científica internacional, especialmente entre academias de ciencias, además de entrenar a generaciones de astrónomos destacados.

Las agencias espaciales estadounidense, europea e italiana, nombraron a la primera sonda en orbitar Saturno en honor de este gran astrónomo, Giovanni Cassini. Durante casi 13 años esta sonda orbitó alrededor de Saturno estudiando a detalle sus anillos, su atmósfera, campo magnético y transformando nuestro entendimiento de Saturno y su complejo sistema, así como en su momento lo hicieron las observaciones de Giovanni Cassini a finales del siglo XVII.