En la mañana del sábado 8 de enero de 2005, se daba en Estados Unidos una noticia que replantearía la forma en la que concebimos nuestro sistema solar: ¡astrónomos descubrían el décimo planeta del sistema solar!
Durante mucho tiempo se especuló acerca de la existencia de un planeta más allá de Plutón que pudiera afectar las órbitas de los planetas externos del sistema solar. Así pues, fueron muchos los esfuerzos empleados en la búsqueda de dicho planeta, entre éstos, los lidereados por el profesor de astronomía planetaria del Instituto Tecnológico de California (CalTech) Mike Brown, Chad Trujillo del Observatorio Gemini y David Rabinowitz de la Universidad de Yale. Este equipo, haciendo uso de un telescopio de 1.2 metros ubicado en el Monte Palomar, al norte de San Diego, California, inicia en el otoño del 2001 una campaña titánica de observación del cielo. Esta campaña consistía en tomar tres fotografías, cada una tras hora y media de la anterior, de regiones muy pequeñas del cielo.
En cada una de las fotografías las estrellas, al estar tan lejos de la Tierra, aparecerían como puntos fijos en el cielo, mientras que los cometas, asteroides y posibles planetas, al estar mucho más cerca sí notaríamos su movimiento en las tres horas de diferencia de las fotografías. Si bien el análisis de estas fotografías había avanzado mucho por el uso de las computadoras (antes se hacía “a ojo” directamente desde las placas fotográficas con la utilización de lupas especiales), fue hasta enero de 2005 que analizaron unas fotografías tomadas el 21 de octubre de 2003. En ellas apareció ese “errante” al que anunciaron como “décimo planeta”, denominado entonces como 2003 UB313 y ahora conocido con el nombre del dios griego de la discordia: Eris (nombre oficial dado en septiembre de 2006).
Resultó que este objeto era más grande, no por mucho, que Plutón, y más pequeño, tampoco por mucho, que la Luna. Habitaba una región similar a la de Plutón, su superficie se parecía mucho a la de Plutón y además, tenía una luna que lo acompañaba en su camino de casi 560 años alrededor del Sol. Además, al igual que Plutón, Eris orbitaba al Sol en un plano muy diferente al que ocupaban los demás planetas. Y entonces … se empezaron a descubrir más objetos de tamaños similares, en regiones similares y con características similares, ¿décimo primer planeta? ¿décimo segundo?
El descubrimiento de Eris y los subsecuentes, obligaron a que los astrónomos se replantearan la definición de “planeta”, que hasta ese momento no había sido necesario, de hecho, no había ninguna definición escrita como tal. Así pues, en agosto de 2006 los astrónomos del mundo se reunieron en Praga a discutir el asunto y llegaron a la conclusión de que Eris y los nuevos objetos descubiertos, así como Ceres, hasta entonces clasificado como el más grande de los asteroides, junto con Plutón, serían clasificados como una nueva categoría de objetos del sistema solar: planetas enanos, en virtud de que entre todos ellos compartían características especiales que los demás planetas no tenían.
Esta decisión fue muy controversial en su momento, en gran parte porque se decía que los astrónomos habían “degradado” a Plutón, y en otros casos, que lo habían “sacado” del sistema solar. Incluso hoy en día, a Mike Brown, el astrónomo líder del descubrimiento de Eris, se le apoda como “el que mató a Plutón”, después de que su autobiografía se llamara “Cómo maté a Plutón y por qué se lo merecía”. Lo cierto es que estos 20 años desde el descubrimiento de Eris, nos ha enseñado mucho a cerca de nuestro sistema solar, y de cómo es que el conocimiento se desarrolla y evoluciona.